jueves, 21 de agosto de 2008

El hospital del Show de Benny Hill

De todas las recreaciones televisivas del mundo hospitalario la más divertida es esta. Todo un clásico. Humor de tartazo en la cara, caca, culo y risas de lata.







El Doctor Gregorio Casa ha hecho mucho daño.

Hablo del personaje de Hugh Laurie en la teleserie de éxito internacional, el Dr. House (siempre es divertido traducirles los nombres al castellano, se quedan en poquita cosa, pierden el aura).

Como ya habrán deducido, no me refiero a que haya hecho intervenciones quirúrgicas dolorosas, sino a que ha modificado de modo significativo la percepción que tienen los pacientes del colectivo médico y viceversa.
A mi eso me da igual, la verdad. Si alguna maruja acaba creyendo que va a acudir a darle un masaje pectoral el mismísimo James Bond o algún adolescente salido piensa que va a traerle la comida una pornstar argentina vestida de enfermera, me trae sin cuidado.
La gente es así. Tanto, que la Organización Mundial de la Salud publicó, ya hace casi un año, un informe evaluando la relación entre la imagen real del los médicos y la ofrecida por las teleseries.
(Descarga aquí el pdf )
Según este informe, la series hacen un flaco favor a la medicina porque generan un paciente poco dócil -porque cree que no es tan ignorante-, con demasiadas expectativas sobre un trato agradable y una eficacia en los tratamientos - algo que no siempre ocurre- y además se hace creer que todo sucede muy rápido y que los profesionales son multidisciplinares y que están todos 'buenorros', además se muestran las bajezas personales del colectivo médico (ya saben ustedes que los médicos ni comen, ni mean, ni tienen relaciones sexuales).

Pobres pacientes, ¡qué decepción!.
Lo que no entiendo es qué sentido tiene protestar porque no te sacan guapo en la tele.
A mí, personalmente, me parece una chiquillada que se anden quejando. Es como si el colectivo de artistas pusiera el grito en el cielo porque se les tacha de borrachines, locos antisociales y elitistas. Que digan lo que quieran, el profesional debe demostrar que lo es por sus actos.
Por otro lado, se critica mucho la falta de rigor científico en los procedimientos. Menos mal que es así y que el tempo está adaptado al formato televisivo.
Imaginen que House fuera un 'reality' y que yo fuera el protagonista del capítulo de hoy.
¡Vaya un coñazo!. Llevo 11 días esperando para saber qué tipo de fractura tengo exactamente.
Capítulo 123: Carlos espera una autorización del seguro para que le hagan un T.A.C.
Y así en los próximos 4 ó 5 capítulos. Vamos, que necesito un canal para hundirlo yo solo.
No señores, el tempo no es el mismo , no. Principalmente porque se trata de una serie de ficción.
Aquí queremos niños autistas que cojan un cáncer y lo suelten en cuatro horas y luego un capricornio, y un géminis, y luego parece que se muere pero no y todos contentos a dormir con la conciencia tranquila. Los malos rollos para ustedes y sus pacientes, que para eso eligieron esa carrera.

No debemos confundir ficción y realidad ni pretender que una teleserie sea un publireportaje o un tutorial de medicina, nunca llueve a gusto de todos. Como si pudiera yo enfadarme porque en la película sobre la vida de Van Gogh interpretada por Kirk Douglas en 1956 ("El loco del pelo rojo"), el protagonista insista en afilar sus pinceles con los labios, metiéndose óleos de principios de siglo (los de ahora también matan) en la boca, guiado por la locura creativa, sin tener en cuenta las cantidades de plomo, cobre o cadmio por citar algunos minerales nocivos. Van Gogh se suicidó, pero no así.

Pero a mí lo que me preocupa no es que el gran público, el rebaño, la masa, -de la que no me excluyo-, tenga atrofiada su percepción de la realidad y esperen que el actor de la teleserie les mire los callos en el metro; lo que me preocupa es que algunos médicos crean que deben cumplir las expectativas de ese público. El Dr. House es un canalla porque lo han dibujado así.
Si encontrara algún facultativo con la mitad de displicencia y arrogancia del personaje espero tener la fuerza e inteligencia suficientes como para decirle cuatro cosas y ponerlo en su sitio, y que conste que no he dicho nada de meterle el bastón por ninguna parte ni hacerle otras pupitas que prefiero no premeditar porque no se ha metido aún con mi madre.
El doctor poco amigo pero profesional no mola. El que sabe tanto, tanto que trata tu caso con el mismo compromiso con el que intenta hacer girar un hula-hop, es un mal médico.
Que usted es un profesional, (no es necesario que aluda a las "miembras" del colectivo, se da por hecho), lo sabemos todos. Si no fuera así, sepa que estamos en su consulta sólo porque no lo sabíamos o porque no tenemos otra opción, y que usted es el médico que nos ha tocado.
No quiero que seamos amigos, pero si lo somos no me importa.
Le diré más: a mí su vida tampoco me importa. Sin embargo, a usted tal vez le interesen partes de la mía si es que así va a hacer mejor su trabajo, si no, tampoco.
Salvo excepciones, los terrícolas van al médico por necesidad y damos gracias a los Dioses de las 11 dimensiones de las pelotas de Stephen Hawking por su existencia, pero si se pueden evitar, se evitan. ¡Vamos a llevarnos bien!

Relajémonos físicamente, telestéricamte, ¡ahora, quietorl!
Toda la verdad la tiene el Sr. Gregorio.
Gregorio Esteban Sánchez Fernández, más conocido como Chiquito de la Calzada.
"¡Una mala tarde, la tiene cualquiera! ¿Te '...cuen'?"

Paciencia brother.

A mí me gustaría que mi traumatólogo fuera como
Jennifer Morrison en el papel de la Dra. Allison Cameron.

A mi traumatólogo le gustaría que yo fuera como
Carmen Electra en el papel de paciente imaginario.


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